sábado, 13 de julio de 2013

Oh Sari Mares...


   Queridos amigos y amigas del Wig-Wam de Benicalap, después de cerca de 40 años de estar escribiendo nuestra historia en los locales de la Parroquia de San Roque, en la Plaza Nueva de la Iglesia, ha llegado el momento de partir hacia otros destinos... esperemos que no muy lejanos.

   El proceso, podríamos decir que empezó hace unos 4 años con la llegada de Jorge, el párroco que había de sustituir a Hipólito. El último capítulo, fue escrito el jueves 11 de julio, cuando nos confirmó que debemos abandonar los locales antes de fin de año.

  Los motivos son simples y claros. No somos creyentes, y no estamos dispuestos a acercarnos a sus posiciones. Cree que el Wig-Wam, o al menos su kraal actual, no puede llevar a cabo un proceso de inmersión en el Evangelio y la Iglesia al nivel que él desea. Y en eso estamos de acuerdo. No creemos que el escultismo sea eso que él quiere hacernos creer.

   Para buscar esa inmersión, ha creado otro grupo scout, con la colaboración del G.S. Malki-Sua, paradójicamente miembros como nosotros de la FEV. Extraños compañeros de viaje tenemos en nuestra Asociación, que a nuestras espaldas montan un grupo para sustituirnos en los locales en que hemos escrito nuestra historia los últimos 40 años.

   Nosotros seguiremos adelante, no lo dudéis. Nunca hemos sido de rendirnos en el Wig-Wam, y tampoco lo va a ser ahora.

  Este año hemos celebrado 45 años de historia... y dentro de 5, celebraremos el 50 Aniversario, y lo haremos en nuestra plaza, porque puede que nos quedemos sin locales, pero la plaza siempre será nuestra.

   Y es por eso por lo que ya hemos empezado a buscar resguardo en la multitud de bajos que pueblan Benicalap, y sobretodo, en nuestra querida plaza.

   Siendo esto que nos ha sucedido importante, no queremos dejar de recordar que nuestra vida sigue adelante, y el próximo miércoles nos marchamos a Alustante, a la Fuente del Endrino, a conmemorar nuestra Ronda Solar con la celebración del Campamento de Verano.

   Muchas gracias a todos por el apoyo que seguro nos vais a mostrar.


                                                                                       Un abrazo,


                                                                                                Buena caza y largas lunas.


                                                                                  Consejo de Grupo del Wig-Wam






Por supuesto, que esto se viene con nosotros...


domingo, 7 de julio de 2013

Miguel Ángel Ruiz Collados

Nombre y durante qué años estuviste en el cargo?

Migue (Ruiz Collados).

Tengo una memoria pésima para los años y mi archivo personal de aquel tiempo lo tengo a buen recaudo en algunas cajas perfectamente conservadas en casa de mis padres. No obstante, pongamos que lo dejé a comienzos de la ronda del 1997 i posiblemente estuviera ejerciendo los 3 o 4 años anteriores. (Que me disculpe quien se haya dado cuenta de alguna imprecisión).

¿Cómo llegaste al grupo?

Una tarde de otoño del 77 o del 78, de la manita de mi primo Vicentín Muñoz (uno de esos días descubrí sorprendido que en el grupo todo el mundo lo conocía como Riki), quien siendo más mayor que yo y estando ya en la Tropa, nos llevó aquel día a la plaza caminando desde casa a su hermano Javi i a mí. Recuerdo a algún amigo suyo de la Patrulla Ardillas perfectamente uniformado a la puerta del local (Portet!) i un cubil con un pequeño banco corrido de madera y una Kaa inmensa (entre otras bestias) pintada al fresco en la pared. I a una Akela, i a una Hati de verdad que parecía que nos estaban esperando…

¿Qué sección recuerdas cómo en la que mejor te lo pasaste sin scout? ¿Por qué?

Buenos recuerdos conservo de todas ellas y por ese motivo supongo que fui creciendo sin descolgarme del grupo durante todos esos años. Supongo también que tuve la inmensa suerte de vivir en todas las secciones diferentes experiencias que, de alguna manera, en cada momento fueron llenando necesidades que sentía. Además, pienso que lo hicieron porque siempre fueron experiencias compartidas, en cada momento, con muchos otros niños, jóvenes, scouters… gracias a los cuales algunas de esas vivencias se convirtieron en inolvidables.

¿Y scouter?

La mayor satisfacción como scouter la tengo un poco más clara, y creo que en ella también es importante el sentimiento de haberla compartido con otros: ser consciente de que se puede, de que asumir la responsabilidad de intentar ser un educador es un reto que da vértigo pero que con confianza en tu trabajo y en los equipos que hacen que tu trabajo tenga valor, es una experiencia única y muy satisfactoria. Una de esas que te transmite confianza en ti mismo para rato.

¿Cuánto tiempo estuviste en el grupo antes de ser Jefe de Grupo?

Si echamos cuentas, ¿alrededor de 15 años? Posiblemente.

¿Por qué decidiste ser Jefe de Grupo?

No tengo la más mínima conciencia de haber tomado esa decisión personalmente. Está claro que en algún momento me tuve que plantear si sí o si no, pero esto vino seguramente después de un tiempo en que alguna circunstancia no personal mandaría y, simplemente, me tocaba planteármelo.

¿Qué es lo mejor de ser Jefe de Grupo?

La experiencia de Jefe de Grupo supone muchas cosas y debe de ir en la personalidad de cada cual que, en alguna de esas cosas, te acabes sintiendo más cómodo. Para mí siempre fue una responsabilidad donde me sentía especialmente a gusto (y que me tomaba especialmente en serio) actuar como representante del trabajo y de la marcha del grupo en cualquier lugar más allá de las puertas del local en que el Wig-Wam tenía que hacer oír su voz. En esta labor hubo ocasiones donde la cosa fue más o menos grata, pero siempre he tenido muy claro que el escultismo (representado por cualquier asociación, grupo o persona individual que se sienta, en su medida, interpelado a hablar y a actuar en su nombre) tiene una tarea a la que no puede renunciar: estar presente de una manera activa (crítica, constructiva…) en el ámbito donde desarrolla su labor (el barrio, la ciudad, el país). Es la única manera de reivindicar con la acción el reconocimiento social que merece y que tantas veces se le regatea o, directamente, se le niega.

¿Y lo peor?
Pocas veces se dice expresamente antes (y mejor así, porque si no buscar jefe de grupo sería todavía más complicado de lo que a veces es) pero todo el mundo lo sabe: ser jefe de grupo es asumir la responsabilidad de coordinar un grupo humano (un kraal, todo un grupo scout) y coordinar grupos humanos no es una tarea nada fácil. Hay siempre un desgaste personal que además muchas veces se vive solo y que, de vez en cuando, provoca que emerja la pregunta fatal: pero, ¿quién me manda a mí meterme en este lío?

Afortunadamente, y ahora hablo por mí, si la cosa va razonablemente bien esta parte negativa suelen ser sólo crisis pasajeras que al final, en mi caso, no empañaron en absoluto que cuando dejé la jefatura lo hiciera con un recuerdo muy agradable de ese tiempo que sospechaba (luego tuve la certeza) que de alguna manera me había enriquecido personalmente. De hecho, inmediatamente después de dejar el cargo y de abandonar el grupo (las dos cosas fueron una), asumí nuevos retos en mi vida para los cuales la experiencia tan reciente de jefe de grupo fue una guía que me resultó de gran utilidad.


¿Qué crees que se necesita para ser Jefe de Grupo?

Como en toda organización que funciona sobre principios democráticos, para ser jefe de grupo se necesita el apoyo explícito del grupo humano que deposita en ti la confianza de coordinarlo. Después están las cualidades personales (que siempre son limitadas y muy diversas de persona a persona), la voluntad más o menos consciente de dar el sí quiero y asumir lo que ello supone, y otras cosas. Pero para mí el apoyo del kraal el fundamental. Y me gustaría explicarme bien, porque no hablo de cualquier tipo de apoyo: el jefe de grupo necesita un apoyo tan constructivo, tan crítico y tan honesto como sea posible por parte del grupo. Cuando eso falla más de la cuenta o simplemente no existe, mejor dejarlo estar.


¿Qué acto te gustaba más cuando eras jefe de grupo? ¿Por qué? (Acampada de navidad, cena del hambre, Pascua, verano, aniversario, misa de inicio de ronda... esas cosas...)

Seré poco original: sin duda, el campamento de verano. Por su intensidad como actividad, por ser seguramente la actividad scout por excelencia… Desde el montaje hasta la canción de despedida y el último saludo en la plaza después de bajar del autobús. Curiosamente, tengo recuerdos muy vivos de esos círculos donde los que volvíamos del campamento parecía que acabábamos de llegar de otro planeta y, justo en ese último momento compartido del campamento, se nos unían padres y madres que nos esperaban, amigos que no habían podido venir o se habían vuelto antes… Era una manera de decir: ya estamos aquí, todo ha ido bien, y de escuchar un bienvenidos a casa, chicos, os echábamos de menos. Un momento en que todos nos sentíamos parte de algo (un grupo, un proyecto, un futuro esperándonos en septiembre) por el cual valdría la pena continuar después de reponerse de la descarga brutal de energía y de emociones del campamento.

¿Y cuál menos?

Alguna discusión desafortunada (y casi siempre muy poco constructiva) con algún amigo que te estimabas, algún momento delicado en que como representante del grupo tuviste que dar la cara por aquello que creías ante quien podía no valorar en su medida todo lo que significaba el trabajo que el grupo desarrollaba. Gajes del oficio.


Con el paso del tiempo... ¿cómo ves tu paso por la Jefatura de Grupo?

Como una de las experiencias enriquecedoras de mi vida en que se mezclan recuerdos muy agradables con aprendizajes prácticos muy útiles que, sin duda, he podido aprovechar desde entonces en diversas facetas de mi vida. Sólo por ello, me he de sentir sinceramente agradecido al Wig-Wam por haber sido la casa (mi casa) donde toda aquella experiencia fue posible.

¿Algo más que añadir?

El agradecimiento por vuestro interés.